El esfumado (del italiano sfumato) es un efecto vaporoso que se obtiene
por la superposición de varias capas de pintura extremadamente
delicadas, proporcionando a la composición unos contornos imprecisos,
así como un aspecto de vaguedad y lejanía. Se utiliza para dar una
impresión de profundidad en los cuadros del renacimiento. Este efecto
hace que los tonos se difuminen hasta valores más oscuros como en la
Mona Lisa y en el San Juan Bautista.
La invención de esta técnica, así como su nombre sfumato, se deben a Leonardo da Vinci.
Nadie ha podido igualar su técnica, pese a que muchos son los que lo han intentado.
Según
las investigaciones de Pascal Cotte, basadas en un análisis
multi-espectral del cuadro La Gioconda, la técnica utilizada por
Leonardo podría consistir en los pasos siguientes:
- Sobre una plancha de madera de álamo, se aplica una preparación blanca de yeso y cola animal (el gesso).
- Se traza un primer esbozo al pincel.
- Aplicación de una delgada capa de color, al óleo (la imprimitura), sobre toda la superficie del cuadro.
- Se añaden las sombras y los valores intermedios. En el caso del ojo izquierdo de Mona Lisa, esta operación se hizo con tierra de Siena muy diluida.
- Con la punta del pincel, se “plumean” las sombras y los valores intermedios.
- Se aplica sobre todo el cuadro una delgada capa translúcida, de color adaptado a cada zona.
- Repaso de las zonas plumeadas, pintando en los diminutos espacios entre trazo y trazo, para homogeneizar.
- Toque final: graduación tonal mediante retoques microscópicos hasta conseguir el efecto de degradado suave entre las zonas de sombra y las de luz.
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